Eres en mis sueños: el paraíso.
La tierra donde fluye: la miel, la leche y el vino,
donde tus frutos de amor matutino,
perfuman uno a uno mis latidos.
Cómo llena mi ser
tu sonrisa candela
y el ritmar de tus dedos
tocando mi puerta.
Ay mujer, mujer, amor de soplo y tierra.
Diamante perfecto: piedra y luz confundidas.
Tantas horas se inclinan a tus cejas y esperan
el momento perfecto para amar tus pupilas.
Quiero darte la luna en la piel de los cerros
y, al fondo del valle de tu voz y tu fuego,
jugar a ser niño y perderme en tus dedos,
mientras llueva en tus alas, la pasión de mis versos.
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