De repente… apareces… sin permiso en mi mente,
¡Ah!…culpable canción, culpable poema, culpable foto…
Y desata la pena, en la piel del silencio,
sus miedos tercos e innombrables
que abatidos revolotean sobre los recuerdos
como viejas hojas de otoño que arrebata el viento.
Tal vez pueda escapar cuando desembarque el alba,
de este puerto olvidado donde ancló hace tiempo la pena…
Mi corazón se abraza a un cuento de frágil esperanza….
¡Ah! La noche es aún más larga si hace frío en primavera.
Suspiro de golondrinas en las peñas absortas.
En ti amé la luna, en ti me hice humano.
Mariposa dulce. Mujer bonita, de ti aprendí la poesía.
Era la noche fría y me abrigaban tus brazos.
Agua en mi desierto. Besos en silencio. Noches de incendio.
Supiste hacerme tuyo como el mar al río, como el fuego al leño.
Tu cuerpo fue la tierra donde sembré el amor y creció un sueño.
Lágrimas de amor en tus mejillas y en mis ojos: sueño. Todo era un sueño.
Quererte fue como cambiar, otoño en primavera.
Quererte fue como encontrar un faro en la tormenta.
Quererte fue soñar y nunca darme cuenta,
que cambia la estación y calma la marea...
Correr, fugar, huir, de mi mar a tu abismo.
Fue dulce escapar y triste estar perdido.
Isla encantada. Silencio terco y piel mojada. Infierno.
Pasión adolescente que con el sol, te fuiste por otro camino.
Restos de ilusión se asoman a mis ojos.
Es hora de enterrar el cuerpo entre las piedras.
El cuerpo del pasado, pesado más que todo.
Es hora de partir. El mar, las olas, el sueño de otra orilla.