Hay lágrimas temblando en la mejilla de la mañana.
Tantos gemidos que se ahogan, en el pecho del silencio
y suspiros sin aliento, entre alfombras de ganas.
La historia se repite… en este mundo, más, hay vacío.
En los caminos encorvados, entre los cerros altivos,
La lluvia, a veces borra, la huella gris del caminante.
Hay soledad profunda, entre los caminos infinitos
y a veces, no llega a su destino, el viajero y su equipaje.
Alma mía que lloras… por mil laberintos, perdida,
que buscas un motivo para besar la alegría:
aún hay esperanza, en el azul del cielo, para esta vida…
¡Toda noche muere cuando revive el día!
En un bosque de besos o en un desierto de penas,
la vida, a veces corre, desnuda, buscando sol, buscando agua.
Ya se ahoga en las enredaderas, ya se marchita en la arena.
El mundo la golpea y ella siempre aguanta muda.
Todo tiene Alfa y todo tiene Omega.
Nada es para siempre, nada aquí es eterno.
El dolor, también se esfuma, con sus toallas de pena,
cuando una sonrisa pura, inyecta paz al corazón enfermo.
Tantos gemidos que se ahogan, en el pecho del silencio
y suspiros sin aliento, entre alfombras de ganas.
La historia se repite… en este mundo, más, hay vacío.
En los caminos encorvados, entre los cerros altivos,
La lluvia, a veces borra, la huella gris del caminante.
Hay soledad profunda, entre los caminos infinitos
y a veces, no llega a su destino, el viajero y su equipaje.
Alma mía que lloras… por mil laberintos, perdida,
que buscas un motivo para besar la alegría:
aún hay esperanza, en el azul del cielo, para esta vida…
¡Toda noche muere cuando revive el día!
En un bosque de besos o en un desierto de penas,
la vida, a veces corre, desnuda, buscando sol, buscando agua.
Ya se ahoga en las enredaderas, ya se marchita en la arena.
El mundo la golpea y ella siempre aguanta muda.
Todo tiene Alfa y todo tiene Omega.
Nada es para siempre, nada aquí es eterno.
El dolor, también se esfuma, con sus toallas de pena,
cuando una sonrisa pura, inyecta paz al corazón enfermo.