Hoy sentado al borde del camino: te recuerdo.
Pienso en nosotros y sonrío...
feliz, feliz de saber, de saber que estás vivo.
Viejo mi querido viejo, en el fondo te extraño tanto.
Hay tantas cosas
por las que quiero darte gracias:
Por estar allí esperándome nacer , viéndome crecer,
ayudándome a crecer.
Tomaste mi mano como un maestro y un amigo
y me enseñaste el camino.
Cada vez que caía tu voz era mi aliento,
y tu mirada fija me invitaba a dar un último esfuerzo.
Tus brazos incansables que me cargaron tantas veces...
Eres mi héroe, mi filósofo favorito.
Mi Padre.
Sin ti nada habría sido igual, doy gracias al cielo
por llevarme a tu lado.
Porque junto a Mamá me dieron más que una vida.
Más que tus palabras, tu ejemplo me marcó el alma.
Me enseñaste a soñar,
me enseñaste a luchar
Contigo aprendí lo que me hacía falta para ser grande.
Nadie reemplazará jamás lo que me diste.
Tu corazón calmado, tu mirada serena, temblaron aquel día en que alzaba el vuelo,
conteniste la lágrima terca y me abrazaste como nunca viejo querido.
Hoy también te extraño y aunque no estemos cerca
todo el cielo sabe que hiciste un buen trabajo.
De discípulo a maestro,
de teniente a general,
de amigo a amigo:
Te quiero Papá.